Este mes he ganado el reto de Cocinaparapobres (os dejo el enlace por si queréis participar). He decidido dar un homenaje a las abuelas y a las madres, así que he puesto recetas con recuerdos que nos trasladan a la infancia o a nuestra juventud y a la comida que hacían tan rica, con pocos ingredientes, pero con mucho cariño, el cual es el ingrediente principal de un buen plato.
Bueno, mi madre es de un pueblo del Valle del Huerna, y allí íbamos todos los veranos a trabajar en la hierba (yo son las únicas vacaciones que recuerdo de niña ...).
Cuando era niña, a pesar del trabajo, la verdad es que éramos felices... Allí recuerdo que mi madre se levantaba muy temprano para preparar la comida y nos marchábamos para el prado todo el día y recuerdo que llevaba esta tortilla para los segadores (mi abuelo, mi tío y mi padre), ya que era parte de su desayuno y la verdad es que está muy buena, y, si no, probadla. Es deliciosa. Bueno, no sigo enrrollándome.
INGREDIENTES:
4 o 5 rebanadas de pan mejor pan de pueblo.
Vino tinto.
2 huevos.
Azúcar.
PREPARACIÓN:
Se pone el vino en un bol, con una cucharada grande de azúcar (esto va al gusto), cuando está empapado, se saca y se fríe en la sartén con un poco de aceite caliente (yo suelo poner solo las rebanadas que cojan en la sartén: 4 o 5).
Se saca las rebanadas, se deja un poco de aceite, se vuelven a colocar y se añade el huevo batido por encima, se deja dorar, se le da la vuelta como si fuera una tortilla, se saca y se espolvorea con bastante azúcar y a comer.
Os aseguro que es deliciosa. Si veis que os queda seca, podéis añadir el vino que sobra del remojo, pero seguro que no es necesario.